sábado, 17 de marzo de 2012

El Reflejo


Recuerdo con alegría aquella vez que mis primos, un amigo y yo, fuimos a un parque de atracciones. Éramos muy jovencitos. La primera atracción fue la de los espejos mágicos. Nos impactó a todos de tal forma que no podíamos contener la risa. Los espejos deformaban de muchas maneras nuestros cuerpos. Estos espejos mentían con respecto a la realidad de nuestro físico.

Al situarme frente a un espejo normal puedo observar como soy. Las facciones particulares de mi rostro, mi estatura, las tallas que me sobran y los pocos pelos que me restan... el espejo no engaña: así soy yo.

En la Creación podemos ver un espejo especial que nos muestra a Dios. La Biblia dice:
Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Salmo 19:1.

Si miramos los cielos y el firmamento vemos lo grande que es Dios y lo que ha hecho con sus manos. Todo lo hizo bello y perfecto pero...

El hombre desobedeció a Dios pecando (lee Génesis capítulo 3). Esto trajo consecuencias graves en la Creación y en nosotros como parte de ella. Desde entonces todo muere. Aunque todavía la Creación refleja la grandeza de Dios, es infinitamente menos bella que antes de nuestro pecado. Nosotros fuimos un reflejo de Dios inmortal y hoy somos pobres mortales que necesitan desesperadamente que Dios les tienda la mano. El pecado nos separó de Dios.

Cada vez que nos miramos en el espejo estamos viendo a una persona con imperfecciones. No somos ni la sombra de lo que éramos en el Edén. El pecado de desobedecer a Dios fue nuestra ruina física y espiritual. Simplemente nos morimos poco a poco.

Dios, el que creó todo, ama a su Creación y sobre todo nos ama a ti y a mí. Él, desde que pecamos y nos apartamos de su presencia no perdió el tiempo, sino que ideó el plan de rescate más audaz de la historia: pagar el precio de nuestra rebeldía.

¿Cómo lo hizo?

Enviando a su Hijo Jesucristo. Jesús era fiel reflejo de la pureza, santidad y amor de Dios. Al mirar a Jesús todos veían a Dios, porque era Dios. Un gran misterio querido lector. Cristo pagó, en obediencia a su Padre, el castigo de nuestros pecados. Él, que es justo, se puso en lugar de nosotros, los injustos, para que pudiéramos nuevamente tener amistad con Dios.

Es como aquel delincuente que se encuentra frente al tribunal para ser juzgado y condenado por sus delitos. Nada lo va a librar de la condena que merece. De pronto, y para sorpresa de todos el propio agraviado decide pagar por el delincuente y salvarlo de su condena. No solo lo libera de la condena sino que lo adopta como hijo y lo hace su heredero.

Esto mismo ha hecho Dios por nosotros por medio del sacrificio de Cristo en la cruz. Dios nos tiende su mano y nos ofrece el perdón por nuestros pecados. Si tan solo creemos por fe Él nos libera de la muerte eterna, nos adopta como hijos y nos hace sus herederos. la Biblia nos revela lo siguiente:

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Juan 1:12.

Si recibes y crees en Cristo tienes el derecho de ser hijo de Dios. Haz esta sencilla oración para hablar con Dios:

Dios, reconozco que soy un espejo deforme por el pecado. Me arrepiento de los pecados que hay en mi vida. Recíbeme como hijo pues yo creo en Ti. Recíbeme como hijo. Quiero reflejar aquello para lo cual Tú me creaste. Ayúdame a conocerte más para llegar a intimar contigo profundamente. En el Nombre de Jesús, tu Amado Hijo. Amén.

Al hacer esta simple oración con convicción, de forma intelectual (entiendo lo que hago) y de corazón (siento lo que hago), Dios te ha tomado como hijo. Él no te va a dejar. Has pasado de muerte a vida. ¡Aleluya!

Si quieres contacta conmigo y te pondré en contacto con cristianos que puedan ayudarte en tus primeros pasos con Dios. La Biblia describe a los recién convertidos como bebés a los que hay que cuidar y mimar para que crezcan sanos y fuertes. Este es mi deseo para ti.

Cada vez que contemples la Creación medita en su Creador, pues la Creación habla de DIOS.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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