domingo, 11 de marzo de 2012

¿"EN" o "A"?


Las palabras, por muy pequeñas que estas sean, pueden cambiar totalmente el significado de una frase, y por lo tanto, el concepto de lo que se quiere trasmitir cambia.

Esto es lo que nos encontramos con las simples preposiciones “EN” y “A”. Déjame que te ponga un ejemplo:

-          Creo en…
-          Creo a…

El apóstol Pablo utiliza una de estas preposiciones cuando habla a su discípulo Timoteo aconsejándole que comparta las Buenas Nuevas (el mensaje de salvación) con todos.

“…porque yo sé a quién he creído…” 2ª de Timoteo 1:12.

Pablo sabía utilizar bien las palabras. No es lo mismo “a” que “en”. No es igual decir “creo en…” o “creo a…”. ¿Te das cuenta querido lector?

La Biblia, que es la Palabra de Dios dice que los demonios creen, y tiemblan (Santiago 2:19). Si los demonios, que tienen hasta la posibilidad de ver a Dios, creen, pero siguen siendo eso, demonios con toda su maldad, nos demuestra que la cuestión no es solo creer en Dios, sino más bien CREER A DIOS.

Vivimos en un país, España, que se dice cristiano. Si preguntamos, la mayoría nos dirá que son cristianos porque fueron bautizados de bebé. Hay muchas personas que dicen creer EN Dios por tradición o religiosidad. Pero, ¿CUÁNTAS CREEN A DIOS?

Se puede creer en algo o alguien sin que afecte a la vida. Yo creo en mi médico: él me aconseja que una dieta sana es buena para la salud. Yo creo a mi médico: mi salud va en ello.

Con Jesús pasa lo mismo. Creer en Jesús no siempre lleva a la fe y por consiguiente a aceptar la salvación que Él ofrece. Creer en algo no compromete. Creer a Jesús es muy diferente. Esto tiene implicaciones importantes para la vida. Creer a Jesús es:

  •  Conocer conscientemente su mensaje: Pequé contra la Ley de Dios, por consiguiente, soy un pecador y como tal debo pagar mi delito. Dios, como me ama, ha preparado un sustituto que pague la deuda de mi pecado: JESUCRISTO.


  • Aceptación o rechazo del mensaje de salvación: Acepto por fe y creo que Jesús es el único que puede salvarme y decido seguir sus pasos en obediencia a Su Palabra (la Biblia). Desde el instante que creo soy salvo de la muerte eterna, soy hijo de Dios y voy al Cielo. O por el contrario, rechazo la salvación que Jesús me ofrece aunque conozco las implicaciones eternas que esta decisión conlleva: muerte, separación de Dios e infierno, todo ello por la eternidad.


Estimado lector, ¿crees en Jesús como tantos otros sin que esto afecte en sus vidas? Hoy quiero retarte a que pongas tu fe en Cristo. Cree a Jesús. Acepta su salvación. Pídele que se muestre a ti. Él lo va a hacer, seguro. Tu parte es creer a Jesús. Que este creer a Jesús te lleve a conocerlo íntimamente y descubras cuanto te ama el Señor.

Habla a Dios con tus palabras y muéstrale tus dudas "no estoy seguro que existas y si existes no creo que te preocupes por mí", dile tus quejas "porqué permites la injusticia en el mundo", etc. Siéntete libre de expresar a Dios cualquier cosa, por descabellada que te parezca. Él quiere escuchar tu voz clamando a Él y no te va a defraudar.

Al apóstol Pablo creer a Jesús le llevó a tener absoluta certeza sobre su destino eterno. Esta es una de las recompensas de aceptar el mensaje de salvación en Cristo. Leemos:

“…porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.”   
2ª de Timoteo 1:12.

Dios va a guardar su promesa de salvación y un día, cuando muramos o Jesucristo venga a por Su Iglesia, vamos a disfrutar de la eternidad junto a Dios.

¿Te gustaría tener esta seguridad en tu vida? Fácil, solo cree a Dios y obedece consecuentemente Su Palabra escrita en la Biblia y en tu corazón.

¡Dos pequeñas palabras pero que diferencia abismal!



¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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