sábado, 30 de junio de 2012

Injusticiero


Es atroz. Cuando vemos que la injusticia campa a sus anchas diariamente, nos quedamos pasmados. Vemos como asesinos se jactan de su "proeza" diabólica y la Ley no es capaz de enjuiciarlos como se merecen. Nos indignamos. Oímos como los ricos se libran de sus fechorías comprando hasta el silencio de la justicia. Nos indignamos. 
Los Bancos piden rescates voluminosamente desproporcionados y el pueblo gime por un trabajo digno. Nos indignamos. La llamada clase política está llena de corrupción, incongruencia y van con las modas, como diría el poeta Antonio Machado: "el nuevo gay trinar". Nos indignamos. Vemos como el grande explota al pequeño, el fuerte abusa del débil, niños y mayores mueren de hambre, el inteligente se mofa del simple, el hombre mata a la mujer, el político aprovecha su posición, los padres no saben educar a los hijos, los hijos no respetan a los padres, la televisión no para de hacernos creer que lo normal es lo que se ve por medio de su programación, el concepto puro de familia es menoscabado, etc. ¿Nos indignamos o somos tan cobardes que ya hemos perdido el norte en pro de lo políticamente correcto? ¿Cómo haríamos justicia con cada caso que he descrito?


...y Dios...¿Qué hace Dios mientras tanto? Hacer Justicia. Su Justicia. Y Su Justicia no tiene nada que ver con la nuestra. Es opuesta a lo que humanamente entendemos por justo. Dios es más Alto que nuestros más altos pensamientos. Es más Justo que nuestras justicias más bondadosas. DIOS ES ÚNICO Y COMO CONSECUENCIA SU JUSTICIA LO ES. Sigue leyendo, querido lector y, por lo menos, entenderás lo que quiero decir. Es que Jesús puede aparecer a tu vista como "el injusticiero". Esta historia aclara el tema:

Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Dí, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Dí, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz. (Lucas 7:36-50)

Hay un concepto que describe el relato que no es común en el medio en que vivimos y lo explica el escritor cristiano Charles R. Swindoll en su libro "El despertar de la Gracia" Ed. Betania, pág. 42.

"Imaginemos que usted tiene un hijo de seis años al que ama entrañablemente. Un día trágico, usted encuentra que su hijo ha sido cruelmente asesinado. después de una larga búsqueda los investigadores encuentran al criminal. Usted tiene una de varias opciones. Si usara los medios a su alcance para matar al asesino por el crimen cometido, eso sería VENGANZA. Si se conformara con quedarse al margen y dejar que las autoridades legales se hagan cargo y realicen lo que corresponde: un juicio, una declaración de culpabilidad, una pena de muerte...eso es JUSTICIA. Pero si usted intercediera por la absolución del asesino, lo perdonara completamente, lo invitara a su casa y lo adoptara como hijo, eso es GRACIA.

¿Se da cuenta por qué la gracia es tan difícil de comprender y de aceptar? Son muy pocas las personas (si hubiera alguna) que leen estas líneas, que harían algo así y se sentirían felices de hacerlo. Sin embargo, Dios lo hace TODOS LO DÍAS. Toma al culpable, al pecador que cree y que confiesa: "Estoy perdido, no valgo nada, soy culpable de lo que se me acusa, y no merezco ser perdonado", y le otorga el gratuito don de la vida eterna. Lo hizo en mérito a la muerte de Cristo en la cruz, que satisfizo la demanda por el pecado, que era la pena de muerte. Y Dios ve al pecador culpable (que acude por fe) como si fuera tan justo como su propio Hijo. De hecho, nos invita a su hogar y nos adopta para siempre en su familia. En lugar de vengarse o de ejecutar justicia, Dios extiende su gracia."


La misma gracia que Jesús mostró con la mujer pecadora que lo bañaba en lágrimas. Los espectadores de la escena ridiculizaban el acto viéndolo como un derroche. No hay pecado, por muy horrendo que este sea, que no pueda alcanzar la gracia perdonadora de Dios. No importa la profundo y oscuros que sean tus muchos pecados, DIOS LOS PERDONA SI VAS A ÉL ARREPENTIDO. Te lo voy a repetir: si eres un asesino, un ladrón, adultero, afeminado, mentiroso, idólatra, pederasta o lo más bajo que puedas imaginarte, quizá la justicia humana te condene o no. Pero ten por seguro que Dios quiere restaurarte y sanar tu corazón endurecido por tu pecado con Su Justicia mostrada en JESÚS que no es otra cosa que el más sublime ejemplo de la AMOROSA GRACIA DE DIOS.

¡INCREÍBLE!...pero ciertísimo.

Quizá a tus ojos Jesús sea el injusticiero porque es capaz de perdonar a los que te hacen mal. Recuerda que tú, estimado lector, también has hecho y harás en algún momento mal a otros. Deja que la gracia de Dios te alcance. Lo necesitas. Aparta un tiempo para reflexionar. Lee la Biblia pues ella te informará de primera mano. Habla con Dios y pídele que se muestre de forma práctica y entendible para ti. Dios lo hará. Solo te toca estar atento.


Un día, no muy lejano ya, habrá un juicio en el Cielo. Dios juzgará a los que por cualquier razón rechazaron creer en Jesucristo como su único Salvador y Señor. En ese momento la Gracia de Dios habrá cesado y solo prevalecerá su Justicia. Esta Justicia condenará al infierno a todo aquel que haya rehusado la Gracia de Dios por medio de Jesús. 

¿En qué bando estarás tú?


Justicia se escribe con jota de JESUCRISTO.


¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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