sábado, 22 de septiembre de 2012

ITV


El jueves tuve que pasar, como cada cierto tiempo, la ITV (Inspección Técnica de Vehículos) a mi furgoneta. Hace unos meses dando marcha atrás rompí la carcasa del piloto trasero izquierdo, la del conductor para más señas. Inocente de mí por pensar que no me echarían para atrás mi reluciente furgoneta (la lavé para la ocasión) por este insignificante detallito. Me dirigí a ver si conseguía en algún desguace la pieza de segunda mano y la búsqueda fue infructuosa, por lo tanto, fui al mecánico para reparar el entuerto. La verdad es que la pieza nueva cuesta un pico y con los tiempos que corren... ya me entenderéis. De pronto ¡Eureka! me acordé de que el pedazo de carcasa del piloto la había guardado mi sabia y amada esposa. La llamé y me dijo que estaba en la guantera. El mecánico pegó la pieza en su sitio y volví a la ITV con la esperanza de que me darían el visto bueno y asunto arreglado. Un buen inspector se apiado de mi y el remiendo sirvió pero con la advertencia de que para la próxima, el piloto, debía estar arreglado. Quité la antigua pegatina y coloqué la nueva que ponía 2014. ¡Uf... qué alivio!


Todos vamos a pasar por la ITV de Dios. Allí los remiendos no sirven. Más tarde o más temprano deberemos decidir si obedecer sus demandas y normas de reparación para que nuestras vidas estén a la altura de sus estándares o, por el contrario, conduciremos nuestras vidas con nuestros parámetros de lo bueno y lo malo que están en desacuerdo con las leyes divinas y por consiguiente inaceptables. Para que en tu coche no sea encontrado ningún defecto debe cumplir con las normas establecidas. Igual pasa con Dios y tu vida.


Y el juicio después de la revisión de cada vida es negativo: no pasamos la ITV de Dios porque vivimos sin tener en cuenta sus normas. En su día tuve que reconocer que esto era la realidad para mí. Aunque desde niño conocía la vida en la Iglesia y todo mi ambiente se movía alrededor de ella tampoco cumplía con las demandas de Dios. El mismo día de la ITV converse en el taller con un joven que me reconoció que le costaba trabajo seguir a Dios porque reconocía que había pecado en su vida provocado por su inmadurez y que se sentía sin fuerzas para mejorar. ¡POR ESTO VINO JESÚS! Es que por nosotros mismos no podemos mejorar lo roto, es más, no tenemos fuerzas ni capacidad alguna para repararnos a nosotros mismos. En este punto quiero que revises qué pasos puedes dar para pasar la ITV divina.

Pasos para superar la ITV de Dios:

Reconocer que hay pecado en tu vida.

Por causa del pecado estás alejado de Dios sin poder, por méritos propios, ganarte el perdón de Dios. Pecado es separación entre tú y Dios. La Biblia dice:

Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. (Romanos 3:23)

Envidia, celos, orgullo, adulterio, malos pensamientos, codicia... con el solo hecho de haber sido pillado infraganti en uno de ellos ya te hace culpable. Examina tu vida y sé sincero contigo mismo. No puedes engañar a Dios pues Él te conoce desde antes que nacieras.

Confesar de corazón los pecados con arrepentimiento a Dios.

A Dios no le puedes engañar. Él conoce tu corazón y sabe cuando eres sincero con lo que le dices. Darse cuenta del pecado es darse cuenta de lo mal que has hecho las cosas. El pecado te denigra, ofende a tu entorno y aparta el rostro de Dios de ti. ¡EL PECADO ES TERRIBLE! Pero tiene solución:

Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9)

¿Te gustaría ser perdonado por Dios y poder sentirte limpio en lo más profundo de tu conciencia? Confía en que Dios puede hacerlo. SOLO DIOS PUEDE HACERLO.

Obedecer a las demandas de Dios creyendo en el evangelio.

El evangelio sin Jesús no existe. Cristo es el autor y consumador del evangelio. Él fue el encargado de hacernos conocer la amorosa voluntad de su Padre. Jesús quería ser el atajo que nos uniera a Dios. Gracias a Él podemos aprobar la ITV de Dios. Creer con tu mente y tu corazón en los hechos de Jesús en la cruz te salvarán de una muerte segura con una eternidad sin esperanza. Jesús dijo:

El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el Nombre del Unigénito Hijo de Dios. (Juan 3:18)

La gran diferencia reside en creer o no creer. El punto es dónde estás poniendo tu fe porque obedecerás a los mandatos de esa fe. Si tu fe está en tus creencias te regirás por ellas; si tu fe está en Dios te dejarás gobernar por Él. Así de simple y así de comprometedor.


Una amiga tiene problemas con su coche viejo ya que le han encontrado varias defectos que dependiendo de donde se produzcan el coste puede ser tan elevado que lo único que pueda hacer es llevarlo al desguace y le quedan menos de 60 días para resolverlo. Tu alma tiene defectos que son irreparables y deben resolverse en esta vida. Ya te queda menos. Lleva tu vida urgentemente al Único que puede reparar las averías causadas por el mal uso del pecado: JESÚS.


Intentar evadir la responsabilidad de arreglar el coche ante la ITV hará que de alguna forma tu conciencia te ponga alerta cada vez que pase por tu lado un agente del orden. Igualmente cada vez que la muerte aletee a tu lado tu conciencia te recordará que hay un juicio sobre tu vida que se resolvería poniendo tu vida en manos de Cristo para que Él te repare con su amor. Deja que tu conciencia te guíe a Jesús. Él la ha puesto ahí para hablarte al corazón y al intelecto.

Solo Jesús puede hacer que pases la ITV de Dios.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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