sábado, 11 de mayo de 2013

Increíbles


Estoy viendo la semifinal del concurso televisivo "Increíbles". Me estoy quedando pasmado de lo que las personas pueden llegar a hacer. Son dotes naturales o aprendidas por medio del entrenamiento. Dicen que utilizamos una parte muy pequeña de nuestra capacidad cerebral. La pregunta obvia: ¿De qué seríamos capaces con el cien por cien de nuestro cerebro? Me imagino que los evolucionistas aprovecharían para argumentar que seguimos el proceso evolutivo, y que dentro de varios miles de millones de años llegaremos a utilizar toda nuestra capacidad craneal. El caso es que hay entre nosotros personas que se salen de la media de forma visible. Grandes pintores, músicos, arquitectos, actores, científicos, y un largo etcétera de increíbles que han dejado de una forma u otra su impronta en la historia de la humanidad. En otro orden de cosas hay personas que se siente poco. No paran de compararse con otros y da la triste casualidad que salen perdiendo. El caso es que Dios nos creó a todos con la misma dignidad y valor. No hay ningún ser humano que tenga más valía que otro. Lo único que nos diferencia es nuestro diseño.


Cada persona es única y no ha habido en toda la historia de la humanidad alguien como tú y como yo. Somos insustituibles. Por encima de animar a los muchos que puedan tener problemas de autoestima, intento decir esta verdad pues es simplemente, eso, verdad. ¡Qué tristes aquellos que se empeñan en hacer con nosotros juegos de azar! No somos fruto de la casualidad. Creer que provenimos de un animal es realmente degradar la Creación de Dios, y por ende, degradarnos a nosotros mismos. ¿Te das cuenta? Somos los únicos seres en la naturaleza que se menosprecian con su ciencia y su filosofía de vida. ¿Qué hay detrás de este pensamiento desfavorecedor? Lo tengo bastante claro. El espíritu de hacer lo que venga en gana. Si somos seres casuales no hay nadie que nos haya creado, y por consiguiente, no tengo que dar cuentas de mi vida a nadie, y menos a un supuesto Dios Creador. Tengo absoluta libertad de hacer y deshacer, arreglar y romper, usar y tirar, tomar y dejar, amar y odiar... continúa tú, querido lector.


A todo lo anterior lo llamamos egoísmo. El egoísmo es el yo sublimado a la enésima potencia. Nos podemos convertir en verdaderos yoyos (como el juguete). Yoyoyoyoyoyo... y si, por las dudas: ¡YO! Hace años, muchos años ha, que conocía una persona que vivía de forma totalmente egoísta. No me lo podía creer, pero cada vez que la veía parecía un personaje sacado de una película de Hollywood. Su forma de vestir, caminar, hablar, tratar a los demás eran dignos de una escena de pijos de un film de universitarios de familia "bien".  En el fondo, y con el tiempo se demostró, que esa persona estaba trastornada. Es que el egoísmo es un mal en nuestra vida y nunca un bien. Si tan solo comprendiéramos que todos somos necesarios para todos la cosa cambiaría radicalmente. ¡Me haces falta! Esta frase, hecha de forma sincera, es de gran bendición al que la recibe. Somos increíbles unos para otros.


Dios nos miró desde el Cielo y puso remedio a nuestra necesidad. Él nos creó increíbles y distintos unos de otros en cuanto a inquietudes. Todos somos iguales pero cada uno con diferentes capacidades. No mejores pero sí compatibles. Nuestra necesidad es la de unos seres que perdieron mucho de las capacidades físicas, psíquicas y espirituales que teníamos antes del acontecimiento que causó el caos moral en el que nos encontramos viviendo desde entonces. El pecado fue la consecuencia de la pérdida de facultades. La mayor facultad que perdimos fue el poder de comunicarnos con el Creador cara a cara. De ahí provenía nuestra mayor fuente de información, por no decir la única. De un Dios increíble solo pueden salir personas increíbles y Dios, como apunté antes, hizo un plan para romper el efecto que causó la separación entre Él y el ser humano.

Es que los seres humanos ostentamos el binomio del bien y del mal. Alcanzamos logros maravillosos e ideamos igualmente cosas nefastas que llevamos a cabo sin pudor. Por esta, permite que lo diga así, esquizofrenia de aptitudes y actitudes tuvo Dios que mandar a Su Hijo Jesús a pagar por nuestros entuertos, que son nuestros pecados. Y ahí no nos libramos ninguno. La Biblia lo dice así:  

Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. (Romanos 3:23)

El delito debe ser juzgado y satisfecho. En nuestro caso el delito fue pecar contra Dios desobedeciendo Su voluntad y la muerte el precio que satisface a Dios. Pero... ¡Dios es increíble! Viendo que no podíamos pagar el delito con nuestros recursos decidió pagar por medio de Su Hijo. Jesús nos sustituyó muriendo en una cruz y de esta forma satisfizo el coste de los pecados que cometimos en contra de Dios. Ahora tú tienes que responder a la oferta de Jesús. ¿Cómo respondes? Creyendo en Él como Salvador y Señor arrepintiéndote de tus pecados delante de Dios Su Padre. Si crees serás hijo de Dios y tus pecados serán perdonados.

Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. (Isaías 43:25)

Esta preciosa promesa es para ti si crees en Jesús. Si dejas pasar la oportunidad de salvarte sigues bajo el juicio de Dios, y cree que si no aceptas el perdón de Dios por medio de Jesucristo te queda un futuro muy triste. Detente unos minutos y medita pues se juega dónde pasarás la eternidad. ¿Con Dios o Sin Dios? ¿El Cielo o el infierno? Tú eliges. Dios quiera abrir tu corazón y le conozcas de forma personal. Lee la Biblia. Si no tienes Biblia he colocado un enlace arriba, a la derecha, que te llevará a una Biblia online. Exponte al mensaje del evangelio y verás que increíble es Dios y lo que quiere hacer de admirable con tu vida.

Jesús sí que es increíble.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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