sábado, 18 de octubre de 2014

Hoy Va De Castañas

Esta semana mi esposa y yo hemos estado en las Alpujarras granadinas. En este lugar disfrutamos mucho, alejados del mundanal ruido con sus prisas y paisajes de hormigón. Fue todo un flechazo a primera vista, cuando hace años fuimos a conocer esas tierras. Nos enamoramos. Poco a poco hemos ido conociendo el lugar, gustándonos más cada vez. Pero como dice el titulo de esta entrada: hoy va de castañas. Castañas que año tras año hemos recogido de las que caían de los árboles. Espero que no nos metan en la cárcel por ello. En la foto de tu izquierda puedes ver una de esas castañas que recogimos. Cuando llegamos a casa pesamos el suculento botín y en total fueron cerca de seis kilitos.

Las castañas están protegidas por una capa exterior llamada erizo, porque nos recuerda a ese puntiagudo animalito. El caso es que para extraer el fruto de su interior no se pueden usar como herramientas las manos, las púas las atravesarían. El método, no sé si muy ortodoxo pero igualmente efectivo, que utilizamos con el fin de sacar del erizo el fruto escondido, fueron nuestros pies. Estrujando el envoltorio de las castañas entre el suelo y el pie se descubría ante nuestros ojos el preciado tesoro. Tras machacar al pobre erizo emergía algo maravilloso: el fruto deseado, o lo que es lo mismo: el acto horrendo del martirio, dio a luz vida.

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. (Isaías 53:5)

De martirio y vida nos habla el versículo que acabas de leer, querido lector. Jesús fue herido, molido y castigado hasta la muerte. El pie que aplastó al erizo fue el de Su propio Padre, pues ninguna criatura tiene el poder de hacerlo. Solo Dios puede dar Su vida, es un acto voluntario del amor de Dios. ¿Por qué? Por causa de nuestras rebeliones, pecados, la ira de Dios y nuestra final sanidad. Jesucristo, Dios y Hombre, obedeciendo a Su Padre, dejó que todo el peso de la ira divina cayera sobre Él y de esta forma librarnos de sufrir la aplastante ira de Dios. Si no es por Jesús de nuestro erizo hubiese salido muerte al ser pisoteado por Dios. El amor de Dios por nosotros fue mayor que Su justa ira.

Sé que un día el envoltorio en el que me hallo será machacado en un acto final por la terrible muerte. Lo sé. Pero también sé que de este envoltorio saldrá la nueva vida que Dios está produciendo en mí, por Su constante trabajo de veinticuatro horas, siete días a la semana. Te animo a que creas en Jesús. Él fue quien dijo ser, el Hijo de Dios. Solamente Él tiene el poder de salvarte. Deja que Él trabaje con la capa que te impide ser vulnerable ante Su amor y te ciega para que te reconcilies con Su Padre, arrepintiéndote de tus pecados. Recuerda, la herramienta terrible que Dios uso contra Su Hijo para que pudieras ser salvo fue la cruz donde Jesucristo fue herido, molido y castigado hasta la muerte por amor a ti y a mí.

¿Qué pasará con tu erizo?


¡QUE DIOS TE BENDIGA!

No hay comentarios:

Publicar un comentario