sábado, 14 de febrero de 2015

La Química del Amor

He aprendido a tirar la basura cada vez que hace falta. Lo especial del asunto es que mi esposa ya no me tiene que decir: “Cariño... ¡saca la basura, que te lo recordé hace tres días y esto está a punto de parecer Chernóbil! Por lo tanto, señoras (señores, no), por favor, recompénsenme con su aplauso. ¡Alehop! Estarán de acuerdo conmigo en que los detalles cuentan cuando se trata del amor entre un hombre y una mujer. He investigado en la química del amor y he descubierto dos fórmulas antagónicas. La primera fórmula se explica por medio del pensamiento de la sociedad que nos ha tocado vivir. 

La Fórmula del Desamor: La Cuerda Solitaria

Esta fórmula se compone de los siguientes elementos:

Afanes: Las metas son individuales. Lo que importa es que la mujer o el hombre se sientan realizados en sus áreas personales, como el trabajo, estudios, amistades, etc. Aún por encima del propio matrimonio. El importante soy yo, no el otro.

Moral: Cuando no se satisfacen los deseos sexuales en el matrimonio se busca fuera el consuelo a tal desdicha, con el pretexto de sentirse incomprendido o incomprendida. La culpa no la tengo yo, sino el otro.

Orgullo: Aunque sea culpable no reconoceré ni un ápice mi falta ya que perdería terreno y esto menoscabaría mi autoridad, haciéndome vulnerable y débil. Soy una persona excelente, el otro no.

Relativismo: Todo depende, ¿de qué depende? De mis circunstancias, de mis valores, de mis intereses, de cómo  desperté hoy, de mis sentimientos cambiantes... Todo depende de mí, no del otro.

La fórmula del desamor se resume en una palabra: EGOÍSMO. Lo mío, no lo del otro. El problema es que cuando se rompa mi cuerda nadie podrá repararla.

La segunda fórmula se explica por medio del pensamiento de Dios, expresado en la Biblia:

¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente! (Eclesiastés 4:12)

La Fórmula del Amor: La Cuerda Acompañada

Afanes: Seguimos el plan especial de Dios para el matrimonio. Es la meta más sublime a la que dedicar la vida. Seguimos la guía de Dios prioritariamente, desechando nuestras metas individuales.

Moral: Perseguimos los estándares morales de Dios para que nuestros hijos, familiares, amigos, compañeros de trabajo y vecinos sean iluminados con el amor de Dios por medio de nuestros matrimonios. Guardamos el buen Nombre de nuestro Señor para que otros vean que Dios es relevante.

Obediencia: Dios ha instituido el matrimonio, por lo tanto, el matrimonio es sagrado. El matrimonio es una sociedad formada por un hombre y una mujer que deben dar cuentas a Dios por su uso, sea bueno o malo. Observamos las reglas del juego impuestas por Dios por el hecho de que Él, mejor que nadie, sabe cómo debe funcionar esto del matrimonio.

Respeto: Reconocemos que Dios es merecedor de ser servido dedicando nuestras vidas a ello porque es Dios, y a Él adoramos mostrando respeto y acatamiento. Nos sometemos a Él sabiendo que estamos protegidos de los inevitables ataques que sufre el matrimonio.

La fórmula del amor se resume en una Persona: JESUCRISTO que por medio de Su amor por nosotros hasta la muerte en una cruz nos abrió las puertas del Cielo, Si tan solo nos arrepentimos de nuestros pecados y ponemos la fe en Él.



La sociedad es individualista en su concepción del matrimonio hoy día. El matrimonio ya no es hombre-mujer sino que se ha transformado en un asunto de sensaciones, sentimientos e intereses humanos. El matrimonio como Dios manda cuenta con Él, porque es la cuerda que hace fuerte al matrimonio acompañando, aconsejando y uniendo amorosamente las cuerdas de tal matrimonio.

Bueno, me voy a tirar la basura. ¡Ah! Lo mejor es que sé que a mi esposa le agrado tirando la basura, y lo que es extraño: me siento feliz sacando la basura. ¡Vivo sin vivir en mí esperando ese dichoso momento!

Decide la fórmula: Egoísmo o Jesucristo.

¡Que Dios te bendiga!

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