sábado, 5 de septiembre de 2015

Fe XVI: Ahora Tengo la Fe Correcta

Dieciseisava y última entrega del interesante librito ¿Tendré la fe correcta? Del ministerio RBC. ¡Espero que os haya servido para poner vuestra fe en Jesús!

AHORA TENGO LA FE CORRECTA
Por Betty Kwekel, contado a David C. Egner

Hace dos años yo no era cristiana. Mi vida estaba vacía y por dentro me sentía hueca. Me había visto obligada a admitir ante mí misma que las cosas en las que estaba confiando no me daban lo que prometían. Tenía problemas y lo sabía.



Me criaron en un hogar muy religioso. Íbamos a la iglesia dos veces los domingos sin falta y orábamos antes de cada comida. Yo recitaba el Padre Nuestro todos los domingos en la mañana junto con el ministro, asistía a clases de catecismo y memorizaba versículos bíblicos. Todo lo que hacíamos en nuestra casa estaba influenciado por la religión.

Mis padres me enviaron a un colegio cristiano. Allí me leían la Biblia y me la enseñaban, y algunos de mis maestros hasta advertían a mis compañeros de clase y a mí sobre el peligro de desobedecer a Dios. Pero yo no me preocupaba porque estaba confiando en la dedicación religiosa de mis padres. Sin embargo, interiormente comencé a rebelarme.



La semana que me gradué de la secundaria, a los 17 años de edad, me independicé. Sentía que no necesitaba a mi familia ni su religión, por eso lo hice. Durante los años siguientes, confié en mí y en mi propia capacidad para hacerme feliz. Iba a vivir mi propia vida y lo iba a hacer a mi manera. Creía que no necesitaba nada ni nadie además de mí misma.

Mi vida cayó en una rutina: trabajo durante el día y fiestas por la noche. Bebía regularmente, a veces mucho, e incluso fumé un poco de marihuana para hacer todo lo que mis amigos decían que debía hacer para vivir «la buena vida». Buscaba diversión constantemente y no me importaba lo que la gente pensara al respecto ni lo que sentía.

Pero poco a poco, después de varios años, empecé a darme cuenta de que no iba a ninguna parte. Aunque mi vida era plena por fuera, por dentro estaba vacía. Se suponía que fuera feliz, pero estaba muy lejos de serlo. Mi patrón de trabajo y diversión se había convertido en algo sin sentido y deprimente, por eso comencé a pensar en cosas más serias.

Empecé a asistir a una iglesia grande cerca de donde vivía, y allí me hice amiga de una joven pareja. Ellos me invitaron a comer a su casa y realmente parecieron aceptarme como era. Amable y pacientemente me apremiaron a confiar en Cristo como Salvador. No tuvieron que decirme que las cosas en las que había estado confiando eran falsas. Yo ya lo sabía.

Llegó el día cuando me di cuenta de que no podía hacerlo sola. Por eso acudí al Señor Jesucristo por fe y le pedí que me salvara. Él llenó el vacío que había en mi vida. Aunque sé que lo he decepcionado a veces, he estado creciendo espiritualmente desde entonces. Fue la decisión más importante de mi vida. Ahora sé que tengo la fe correcta.

VERIFIQUE SU FE

En este librito hemos estado hablando de tener la fe correcta. Tome un momento para evaluar su propia fe colocando una marca en los cuadritos adecuados.

  • Mi fe no está puesta en mi propia capacidad de controlar mi destino.
  • Mi fe no está puesta en mi buen nombre y buen vivir. 
  • Mi fe no está puesta en mi iglesia ni sus ceremonias. 
  • Mi fe no está puesta en mi capacidad de mejorarme a mí mismo. 
  • Mi fe no está puesta en mi capacidad de sacar todos los pensamientos negativos de mi vida.
  • Mi fe no está puesta en mi propia sinceridad. 
Mi fe no está puesta en mi poder de utilizar recursos divinos internos. 
  • Mi fe está puesta en Jesucristo.
Recuerde, cuando se trata de su propio destino eterno, es esencial que confíe en la persona correcta. Si ha colocado su fe en Jesucristo puede saber que tiene la fe correcta.[1]

La fe correcta está en Jesús.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!




[1] Varios autores, ¿Tendré la fe correcta?, Ministerios RBC, Grand Rapids, Michigan 2007

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