sábado, 19 de marzo de 2016

Semana Santa Lluviosa

Avergüéncense todos los que sirven a las imágenes de talla, los que se glorían en los ídolos. Póstrense a Él todos los dioses. (Salmos 97:7)

Acabo de ver en televisión la frustración de los dirigentes de una cofradía por no poder exhibir sus tronos debido a la lluvia. Sus obras artísticas son demasiado sensibles ante la erosión que el agua les provocaría con las consecuencias económicas que ello depararía. Comentaba uno de ellos que la cofradía decidía arriesgarse o no. Habían optado por el no. Aquello era un desfile de trajes militares y civiles muy diferente a los sucesos que han inspirado lo que en el pasado y hoy, esta España, entiende como Semana Santa. “En Trento nos equivocamos de Dios”, declaró Pérez-Reverte.

¿Cuántas veces he tenido que explicar que la Biblia está en contra de la idolatría? Jesús no vino para ser recordado en ninguna talla, óleo o grabado. Él no pretendía que lo idolatrasen. Él vino para que lo adorásemos. Cualquier obra humana que tenga por objetivo la idolatría es abominación, sí abominación, a Dios… y a los cristianos que de verdad lo son. John Lennon dijo en cierta ocasión que los Beatles eran más famosos que Jesucristo. Pienso que razón no le faltaba porque eran idolatrados hasta puntos insospechados. Multitudes les seguían como los ídolos que ellos mismos, en su egocentrismo artístico, querían ser.

El caso es que ofrecen a una sociedad cada vez más carente de valores cristianos una imagen de Jesús anémica, incompleta o falsa. Jesús anduvo entre nosotros con el fin de que lo viéramos cercano, amoroso y sacrificado. Jesús fue cercano tocando a la gente, albergando a los niños en Sus brazos y sanando a los enfermos. Jesús fue amoroso protegiendo al débil, a la adúltera María y guiando a sus discípulos. Jesús fue sacrificado dejando el Cielo para aterrizar en la tierra, limitando Su poder y dejándose asesinar por cada uno de nosotros en una cruz para pagar el precio por nuestros delitos y pecados ante Su Padre.

La idolatría, veneración a los ídolos, es confusión para el alma. La adoración, veneración a Dios, es vida para el alma. Querido lector, no vayas tras los ídolos muertos, sean estas obras de arte o personas de carne y hueso. Ellos no te pueden ofrecer nada, pues son nada. Adora directamente a Dios por medio de la obra de Jesús en la cruz en favor a ti. Reflexiona un momento en ello esta Semana Santa y te encontrarás con el Jesús vivo que anduvo en la mar, y no con el que se empeñan en mantener muerto en un madero, como reflejó Antonio Machado en su poesía.

Adora a Jesús.


¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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