sábado, 8 de abril de 2017

Él Mira

Sentirse o ser observado puede ser horrible dependiendo del grado de timidez o aprensión que se tenga. En mi caso me pone nervioso saberme observado, pero no pasa de ahí. Al fin y al cabo siempre hay alguien que por causas naturales se ve en la, diríamos, obligación de observarnos por lo menos para atendernos en un momento dado. Por cierto, la indiferencia también se convierte en un modo de observación ya que el mensaje que se recibe bien podría ser: “Hay algo en ti que no me gusta”. Yo veo estos dos tipos de observación en Dios hacia nosotros.

Él mira sobre los hombres; y al que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado, Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro, y su vida se verá en luz. He aquí, todas estas cosas hace Dios dos y tres veces con el hombre, para apartar su alma del sepulcro, y para iluminarlo con la luz de los vivientes (Job 33:27-30).

De forma natural Dios te observa porque, en definitiva, a Él no se le escapa nada: está en todo lugar y al mismo tiempo. Dios te observa continuamente. Por otra parte, Dios es indiferente hacia ti pues no pierde Su tiempo en alguien que le rechaza constantemente. En cierto modo tú actúas igual que Dios acercándote a los que simpatizan o empatizan contigo y alejándote de aquellos no les caes bien. Así que no deberías extrañarte por la forma en que Dios actúa contigo.

Dios te mira a la espera que te des cuenta de que el pecado, que es pervertir lo recto, no te ha merecido la pena. Llegar a ese punto muchas veces cuesta años de amarguras y sinsabores, darse contra las paredes, depresión y angustiosa desesperanza. No estoy dramatizando, sino quedándome corto en la descripción. La gran mayoría de ocasiones que las personas se acercan a Dios lo hacen por desesperanza, ya que han agotado todos los recursos disponibles: dinero, status, salud…

Dios te salva cuando vienes a Él reconociendo tu pecado y pidiéndole socorro. Es más, ya lo ha hecho por medio de la muerte de Jesús en la cruz. Cristo pagó la deuda de tu pecado al Padre para que tú tan solo, al poner tu fe en Jesús, fueses salvo. La descripción es grandiosa: Para que no pases al sepulcro, y tu vida se vea en luz. La salvación solo se trata de creer y creer en Cristo. Lo más difícil ya lo hizo Dios. Aún más, Dios sigue mirándote hasta que despiertes del letargo en el que te hayas sumido dos y tres veces, que es una forma de decir mientras vivas, para liberarte de la muerte y darte la luz de la vida. Después del sepulcro se acaba la esperanza.

Mírale a Él.


¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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