sábado, 16 de diciembre de 2017

Navidad 2017 (3) - Privilegio Luminoso

Año tras año el tiempo de adviento nos recuerda que somos seres privilegiados. Si echamos un simple vistazo a nuestro alrededor encontramos que la belleza nos rodea, belleza que en muchas ocasiones hemos afeado intentando poner de nuestra parte. Además, aún podemos respirar oxígeno que nos posibilita la vida, aunque en algunas ciudades ya cueste hasta respirar. En muchos lugares se disfruta de libertad para decir y pensar, y la contrapartida es que en otros tantos sitios se penaliza dicha libertad. A nuestros países considerados libres ya está llegando a ser frágil la libertad por causa de los movimientos de gays y lesbianas en su intento de imponer sus parámetros de pensamiento. No soy profeta pero lo conseguirán. Lo cierto es que aunque privilegiados corrompemos aquello que tocamos. Sí, adviento nos recuerda nuestros privilegios pero también nos recuerda nuestras miserias.

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. (Juan 1:9)

La última parte del versículo anterior nos recuerda que la Luz verdadera vino a nosotros. Esta acción de Dios, por medio de Jesucristo haciéndose carne, nos privilegia. Que Jesús habitase entre nosotros para alumbrarnos apunta a nuestra ceguera. En el Edén tuvimos todos los privilegios que el hombre jamás soñó pero se perdieron (los perdimos) por causa de nuestro pecado. Al igual que nos estamos cargando todo lo bello de la creación de Dios defenestramos a Dios de nuestras vidas por el hecho de desobedecerlo. Cristo nos habla de que hay algo que arreglar con Dios para volver a ser seres realmente privilegiados.

Ahora bien, el asunto que hay que arreglar entre tú y Dios Jesús lo reparó muriendo en una cruz. Él pagó por ti y por mí porque nosotros no podíamos haberlo hecho. Nuestros pecados han sido saldados y solo falta que confiemos en que el sacrificio de Cristo es suficiente para salvarnos eternamente. Querido lector, no tienes que hacer sacrificios pues Jesús ya los hizo por ti; no tienes que adherirte a una religión se llame como se llame pues el Cristianismo no es una religión, sino una relación íntima con Dios; no tienes que guardar ritos neuróticos sino vivir como Jesús lo hizo, en obediencia a Su Padre. Por lo tanto, solo arrepiéntete de tus pecados ante Dios y ten fe (confía) en que Jesús, solo Jesús, te puede salvar.

Adviento es la Luz que vino.


¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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