sábado, 31 de marzo de 2018

Semana Santa: Jesús Muere


Las últimas horas de Jesús fueron de un sufrimiento extremo. Dolor, humillación y soledad sería un resumen de lo que experimentó clavado en la cruz. El dolor físico fue insalvable porque era un ser humano, como tú y yo. La humillación también fue insalvable pues los que le rodeaban no cesaban de zaherirle con sus hirientes mofas. La soledad fue doble, por un lado sus discípulos lo abandonaron y por otro Su Padre lo abandonó porque fue hecho pecado por nosotros.

Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. (Mateo 27:50)

No nos debería extrañar los sucesos terribles que acaecieron justo después de Su muerte en la cruz: el velo del templo se rasgó, la tierra tembló, las rocas se partieron, se abrieron los sepulcros y numerosos santos resucitaron presentándose en Jerusalén a muchos, el centurión y los que por allí estaban, al ser testigos de estos hechos, reconocieron que Jesús verdaderamente era Hijo de Dios.

La muerte de Jesús no fue un hecho intrascendente. Él no era uno más entre los ajusticiados por Roma. Él verdaderamente era el Hijo de Dios. Su cruz fue un requisito insalvable para que nosotros pudiésemos reconciliarnos con Dios por medio del arrepentimiento de nuestros pecados y la fe en Jesucristo. Cuando Jesús entregó Su vida (nótese que dice “entregó el espíritu”, no que lo mataron) una hecatombe universal se reflejó en la naturaleza. Fue tal el poder que se desató que hasta algunos muertos resucitaron.

Millones siguen hoy día a un Jesús de madera que no tiene nada que ver con el Jesús que sufrió en la cruz por amor a la humanidad mostrando Su poder tres días más tarde al resucitar. Me uno a Machado cuando escribió “No puede cantar ni quiero al Jesús del madero sino al que anduvo en la mar”. Muchos (millones) se han quedado con un Jesús muerto o agonizante pero no ven al Jesús poderoso que venció a la muerte para darles vida. ¡Qué tristeza por aquellos que no quieren ver más allá de Su muerte! Se están perdiendo lo mejor del pastel: Sus hechos poderosos.

Muriendo mostró Su poder.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 24 de marzo de 2018

"Tuísmo"


Cierta campaña publicitaria nos incita al “yoísmo”. Por lo que intentan transmitir el “yoísmo” es la filosofía o manera de vivir despreocupadamente del resto del mundo para centrarse en uno mismo. Viniendo de la publicidad el eslogan puede parecer un simple juego de palabras ingenioso para vendernos su producto. El problema radica en que las palabras son cuestiones más serias y van ligadas al pensamiento de la época en que vivimos, caracterizada por el individualismo.

Querido lector, tu problema no es que te dedicas poco tiempo. Tu problema es que no dedicas tiempo a los demás. Mi admirado C. S. Lewis decía: “La humildad no es pensar menos de uno mismo sino pensar menos en uno mismo”. Las personas más felices que conozco viven el “tuísmo”. El “tuísmo” es la filosofía o manera de vivir dejando que otros se ocupen de ti mientras que tú te ocupas de otros. Eso tiene dos vertientes: confianza en que los demás se preocupan por ti y confianza de los demás en que te preocupas por ellos.

Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos. (Mateo 20:28)

La Persona más grandiosa del universo vive el “tuísmo”. Jesucristo pensó y actuó en nuestro beneficio y no en el Suyo propio. Por esa razón sirvió y se entregó en rescate por muchos, entre ellos tú y yo. Ya estamos comenzando la Semana Santa que nos vuelve a recordar el sufrimiento de Cristo por los pecadores. Jesús no vino para que admirásemos ídolos de madera después de realizada Su obra de salvación en nuestro beneficio. Jesús no se está tomando un tiempo de “yoísmo” personal después de Su tremendo esfuerzo por ti y por mí. Jesús sigue trabajando para nuestro bien, porque Su bien más preciado son las personas por las que se sacrificó en una cruz: la humanidad. Reflexiona estos días en Su obra y pon tu fe en Cristo que es lo único que puedes hacer para salvarte del infernal “yoísmo” egoísta.

Practica el “tuísmo”.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 17 de marzo de 2018

Esperanza Hueca


“Mientras hay vida, hay esperanza”, dicta el dicho popular. ¿Y si aferrarse a esa vida acaba con la verdadera esperanza? Muchos se sienten seguros con su estatus y lo mantienen con uñas y dientes como algo que si se escapa o pierde ya no hay esperanza. Muchos creen que ya han alcanzado lo mejor y viven engañados detrás de esperanzas huecas.

Pero no piensen que yo voy a acusarlos delante del Padre. Quien los va a acusar es Moisés, en quien tienen puesta su esperanza. (Juan 5:45)

Jesús fue muy consciente en cuanto a no ser profeta en Su propia tierra, entre los suyos. Eso en ningún momento le amilanó para ser claro y exponer la Verdad, Su Verdad, la Única Verdad. Sus coetáneos malentendieron, más bien, intencionadamente tergiversaron las enseñanzas de Jesús porque no estaban dispuestos a soltar los puntales donde habían clavado su esperanza: el profeta Moisés.

Moisés, su esperanza, se volvería contra ellos el día del juicio final. Eso es la advertencia de Cristo. ¿Por qué? Por la razón obvia que Moisés apuntó a Cristo, Su vida y Su sacrificio. El templo y todos sus ritos destilaban profecía en relación a Jesucristo y sus compatriotas no estuvieron dispuestos a verlo a Él como el cumplimiento de los rituales mosaicos. Jesús vino para sacrificarse en una cruz por los pecados del pueblo una vez y para siempre, al contrario que los sacrificios continuos que ellos ofrecían bajo Moisés.

Jesucristo, querido lector, es suficiente para salvarte. No pongas tus esperanzas en tu bondad, capacidades, nivel social, enchufes y otros. Pon tu esperanza en Aquel que no vino con la finalidad de acusarte sino para salvarte. Cree en Jesús confiando en que Él es la Verdadera y Única Esperanza. Es la forma de librarse del juicio condenatorio del Padre. Los que no creen se condenan a sí mismos.

La esperanza está en Jesús.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 10 de marzo de 2018

Cuenta Saldada


Despiertas un buen día y recuerdas que todas tus deudas han sido canceladas. Es lo mismo que le pasó al del anuncio publicitario último: Se despertó con cara mustia pero de pronto recordó que le habían tocado un porrón de millones y mudó su faz en felicidad plena. ¿Te imaginas que la cuenta más grande que tengas fuese saldada ipso-facto? ¿Qué cara se te quedaría? Como poco alegre y relajada. Decir evangelio es decir buenas noticias, en resumidas cuentas, el evangelio significa que tu cuenta está saldada y ya no le debes nada a nadie ni siquiera a Dios mismo.

Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor. (Romanos 6:23)

Tu cuenta estaba con un saldo negativo ante Dios por causa del pecado cometido contra Él. El pago justo por ello es tu muerte, o lo que viene a ser lo mismo, la separación eterna de Dios. De pronto, sin darte aviso previo, sin tú entenderlo y aún menos quererlo, Dios, por medio de Jesucristo, salda tu cuenta en números rojos e ingresa una suma a tu favor que excede toda comprensión humana. Resultado: tu saldo es positivo frente a Dios.

Ahora hay un regalo que te espera: la salvación. No tienes que ganarla porque Cristo ya lo hizo por ti muriendo en la cruz. El único requisito es confiar (fe) que lo que hizo Jesús por ti, pagando tu deuda ante el Padre, es más que suficiente. Ya no tendrás que vivir agobiado por tus pecados, pues han sido perdonados y olvidados. Ya no tendrás que buscar sucedáneos que te hagan sentir bien, pues sabes que son temporales, al contrario que la eterna salvación de Dios. ¡Mejores noticias no hay! Solo cree y ponte a cuentas con Dios arrepintiéndote de tus pecados.

Tu saldo es positivo, aprovéchalo.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 3 de marzo de 2018

Separados de la Vid


Todos somos personas dependientes en mayor o menor grado. Dependemos de nuestros sueldos, de nuestras relaciones y del gobierno. Nada de ello es malo en sí siendo, en la mayoría de los casos, un estado normal de vida. El problema radica en que ninguna de estas dependencias, por muy sanas y apetecibles que sean, no alcanzan el grado de satisfacción que deseamos. Cuando una persona recibe por fe a Jesucristo se crea un estado de dependencia en todas las esferas de la vida que llevan a la persona a un crecimiento y entendimiento de quién es Dios y quién es él. Este proceso es imperecedero porque es eterno. Sueldos, relaciones y gobierno cesarán o cambiarán pero la relación íntima de dependencia con Jesucristo es un valor siempre en alza.

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. (Juan 15:1)

Jesús, en este caso concreto, habla a Sus discípulos. En otras palabras Él les enseña que es la Fuente de alimento y Su Padre le cuida. Dios está involucrado al 100% en darnos alimento para que, como asegura más adelante llevemos mucho fruto “porque separados de mí nada podéis hacer” Juan 15:5. Los cristianos nada pueden hacer separados de la Fuente de la Vida que es Jesucristo. Lo mismo que el enfermo renal no sobreviviría sin un limpiado de su sangre al conectarse con una máquina, los creyentes pierden su vitalidad hasta el punto de volverse infructuosos.

Me pregunto, si los creyentes necesitan como el respirar estar injertados en la Vid, ¿cómo viven los que desprecian a la Vid verdadera y al Labrador? La respuesta es obvia: todo lo que hacen es infructuoso con respecto a su vida eterna. Es más, es tan ganando merecidamente el infierno adquiriendo más motivos personales para acabar allí por la eternidad gracias a su inquina pecaminosa. Mientras que la vida eterna no se puede ganar por méritos propios, la muerte eterna si se ha ganado por méritos propios porque separados de Cristo no hay salvación posible.

Solo hay un escape: conectarse a la Vid. Jesucristo te da la posibilidad de hacerlo porque pagó el precio por tus pecados en una cruz y resucitó de entre los muertos certificando que se podía confiar plenamente en Su sacrificio. Si confías con fe en Él serás injertado en la Vid, llegando a depender de Aquel que te ama profundamente y quiere devolverte la vida, la vida verdadera que se halla cuando le conoces.

¿De qué dependes?

¡QUE DIOS TE BENDIGA!